La pandemia de COVID-19 puso en pausa al mundo, incluyendo muchas acciones en el ámbito medioambiental. La Conferencia de las Partes número 26 (COP26) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuya presidencia recae en el Reino Unido e Italia para este año, se postergó para noviembre del 2021, y se llevará a cabo en Glasgow, Escocia.
A pesar de ello, el gobierno británico ha mantenido el firme compromiso de avanzar en negociaciones multilaterales y en temas críticos que necesitan un acuerdo urgente para frenar y revertir el cambio climático. Uno de ellos es evaluar el avance que a nivel internacional se ha logrado en el marco del Acuerdo de París, firmado hace ya cinco años. Es sobre la base de esta revisión que podremos mirar hacia adelante para reorientar nuestras prioridades económicas, políticas, sociales y medioambientales en línea con la urgencia climática que vivimos actualmente.
En este contexto, a finales del 2020 tuvimos una de las cumbres más importantes de la ruta hacia la COP26, la Cumbre de la Ambición Climática. Llevada a cabo virtualmente, este evento marcó un momento importante en el cual un gran número de líderes unieron sus voces y se comprometieron a fortalecer la acción y lucha contra el cambio climático. Hemos visto a países reevaluar sus compromisos para anunciar nuevas metas de descarbonización, otros, además se comprometieron a poner las políticas de adaptación en el centro de su intervención climática y a mirar hacia una ruta a futuro con emisiones netas neutrales. Más de 70 líderes a nivel internacional demostraron la urgencia e importancia de lograr un compromiso colectivo y global que armonice el crecimiento económico con el descenso en las emisiones. La región latinoamericana, en particular, tuvo una participación muy importante en este evento.
Me complació mucho oír del presidente Francisco Sagasti el anuncio del incremento de la ambición climática para reducir en 40% las emisiones del Perú al 2030. Además, conocer la firme intención de convertirse en un país carbono neutral al 2050. Mi compromiso y el de mi gobierno sigue orientado precisamente a apoyar estas acciones. El Reino Unido y el Perú son socios en una serie de agendas que apoyan el crecimiento y prosperidad de ambas naciones. Estoy convencida de que las intervenciones para revertir el cambio climático y la conservación de la biodiversidad serán centrales en nuestra agenda a futuro y seguiremos trabajando para que así sea.
Pero los compromisos estatales no son suficientes. Todos tenemos un papel que desempeñar: sectores público y privado, las ONG y los individuos. El impacto de la COVID-19 en la economía global nos demuestra que nuestra actividad actual no es sostenible. El futuro será desolador si continuamos en el mismo camino: más pandemias y más conflictos por recursos naturales escasos, comida y agua mientras el clima y el sistema ecológico son dañados irreversiblemente. Tendremos que tomar acciones cada vez más drásticas para abordar esto si queremos evitar repetir los sucesos que vimos en el 2020, causados por el daño que la actividad humana hace en su balance con la naturaleza.
Estamos librando una carrera contra el reloj y hay aún mucho por hacer para acelerar una verdadera y sostenida transformación hacia emisiones bajas y neutrales. La recuperación económica tras la emergencia sanitaria es una oportunidad para hacer inversiones y tomar acciones que sean amigables con el medioambiente e incluyan riesgos asociados con la crisis climática. Es una cuestión de sobrevivencia y es esencial para el desarrollo económico. Las inversiones no deberían solo apuntar a regresar a su competitividad previa, sino también a reducir su huella de carbono en el planeta. Hay oportunidades de negocio acá, en el Reino Unido hemos visto cómo las tecnologías bajas en carbono e innovación han creado nuevos puestos de trabajo.
Un año después de anunciar la Iniciativa de Mercados Sostenibles en Davos, el príncipe Carlos presentó la Terra Carta, una carta que coloca a la sostenibilidad en el corazón del sector privado. Ofrece las bases de un plan de recuperación que coloca la naturaleza, las personas y el planeta al centro de la creación de valor global, aprovechando el irremplazable valor de la naturaleza combinada con la transformativa innovación y recursos del sector privado.
La COP26 es sin duda la cumbre climática más importante desde París 2015 y hay aún mucho más por avanzar. Aunque los retos no son pocos, sé que en los próximos meses podremos progresar en los compromisos bilaterales que Reino Unido y el Perú mantienen rumbo a la COP26 como la protección y puesta en valor de la biodiversidad en los océanos y la Amazonía (reduciendo la deforestación y promoviendo una agricultura sostenible); el trabajo colaborativo con el sector privado y financiero; la ciencia e innovación dirigidas a proveer evidencia para la toma de decisiones y, también, el desarrollo de infraestructura que será resiliente al cambio climático. Trabajaremos juntos para lograrlo.
(Foto: Sernanp)
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El cambio climático es una cuestión económica y política, no solo un problema ambiental