Recientemente se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, lo que nos invita a reflexionar sobre el camino que aún falta recorrer para que las mujeres disfruten de los mismos derechos y tengan acceso a las mismas oportunidades que los hombres.

En el contexto de la COVID-19, se hace aún más urgente no solo reflexionar sino también tomar acción para enfrentar la llamada she-cession o el retroceso en los derechos de la mujer que la pandemia ha traído consigo*. Estamos en un punto de inflexión que podría ser considerado una crisis o como una oportunidad incluso más importante para los avances en los derechos de las mujeres de los que se vieron luego de las dos guerras mundiales. En las siguientes líneas quiero enfocarme especialmente en los impactos socioeconómicos. Eso no quita importancia del muy preocupante incremento en los niveles de violencia doméstica que se ha observado globalmente durante la pandemia.

La crisis sanitaria ha reforzado normas socioculturales tradicionales, es decir los estereotipos que solemos usar para caracterizar a los hombres y a las mujeres. Las cuarentenas impuestas por varios gobiernos han afectado más a sectores en los que están sobrerrepresentadas las mujeres (como el rubro servicios), obligándolas a trabajar tiempo reducido o haciéndolas perder su trabajo. Además, han incrementado las responsabilidades de cuidado por el cierre de colegios y nidos. El impacto se ha sentido tanto para hombres y mujeres, pero para las mujeres ha sido mayor la diferencia. Por ejemplo, en Perú se ha visto que durante la pandemia las mujeres en promedio dedican 15 horas semanales más que los hombres a tareas de cuidado y del hogar. En sí, para muchos podría parecer inofensiva esta estadística, pero si se combina con cifras que muestran que el empleo formal de las mujeres también ha caído en mayor medida comparado con los hombres, estamos viendo un síntoma de las desigualdades estructurales que aún existen en nuestras sociedades.

En el Reino Unido, el empleo femenino retrocedió seis años (de 71% a 68%) en los primeros tres meses de la pandemia, y no se ha logrado recuperar. Incluso antes de la pandemia, el 89% de las personas que reportaron ser económicamente inactivas debido a las responsabilidades de cuidado eran mujeres. En la decisión de reabrir los colegios en el Reino Unido pesó la importancia de facilitar el retorno al trabajo para las madres y los padres y así impulsar la economía en el corto plazo. Pero más importante fue asegurar que las niñas y niños no sigan perdiendo aprendizajes, lo que afectaría competitividad en el largo plazo, y cuidar su salud mental y bienestar.

Habiéndose reducido las oportunidades laborales para las mujeres, podríamos estar en un escenario en el que una situación aparentemente temporal se vuelve permanente. Aumenta el riesgo de retroceder en los avances logrados para brindar más oportunidades para las mujeres y aprovechar el valor agregado de una fuerza laboral y estilos de liderazgo más diversos. No podemos permitir que esto pase – ni para las mujeres mismas ni para nuestras economías. Les toca a los gobiernos reforzar sus políticas para revertir esa tendencia, ya que un estudio de los países de la OCDE muestra que incluso duplicando sus esfuerzos podríamos no retornar a los niveles de igualdad económica hasta el 2030.

Antes de la pandemia, el Reino Unido había dado pasos importantes para impulsar una mayor igualdad entre hombres y mujeres. Desde el 2010 tenemos una Ley de Igualdad. Un reporte del 2013 de nuestro Consejo Empresarial para las Mujeres identificó áreas en las que tanto el sector público como el privado deberían trabajar para maximizar las contribuciones de las mujeres y sus oportunidades en el ámbito laboral. Entre los temas más resaltantes figura la necesidad de cambiar las percepciones de los niños de que ciertos trabajos son para hombres y otros para las mujeres; es decir, luchar contra los estereotipos de género. Asegurar un adecuado servicio de cuidado, proveer mayor flexibilidad en el horario laboral y animar a más mujeres a emprender su propio negocio fueron otras de las áreas de enfoque. El Consejo también reconoció el rol importante que los hombres deberían jugar en promover una mayor igualdad laboral.

Las políticas implementadas lograron que entre el 2014 y el 2018 se incrementara el empleo femenino del 68% al 71%. Se redujo la brecha salarial a 17.9% y se incrementó la participación de mujeres en juntas directivas a 34.3% (2021). Aumentó la cantidad de niñas que estudian carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) en un 11.4 % y la cantidad de mujeres trabajando en STEM en 25%. Aunque todavía queda mucho por hacer, creo que estas experiencias puedan servir como ejemplo de buenas prácticas de promoción de la participación económica femenina.

Desde mi llegada al Perú en el 2018, he tenido como uno de mis objetivos principales compartir experiencias del Reino Unido en este sentido, pero también aprender de Perú. Desde la Embajada Británica hemos trabajado en estrecha colaboración con el gobierno peruano, el sector privado y actores de la sociedad civil para conjuntamente avanzar hacia mayores derechos y oportunidades.

Me alegra que a pesar de la pandemia hemos podido realizar la tercera edición de un taller para las alcaldesas del Perú, dándoles herramientas para una gestión eficiente y para enfrentar el acoso político. Hemos implementado un programa de mentoría para mujeres emprendedoras en sectores no tradicionales en Perú y el Reino Unido, incluidas mujeres emprendedoras de negocios sostenibles. Con el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) celebramos cada año el Día Internacional de la Mujer y Niña en Ciencia para promover carreras en STEM para mujeres y niñas. También hemos compartido la experiencia británica de los Sexual Assault Referral Centre (SARC) –Centros de Atención Integral a Víctimas de Violencia Sexual–, y hemos trabajado con el Ministerio del Interior y organismos multilaterales para prevenir la trata de personas.

Desde la copresidencia de la Mesa de Género de la Cooperación Internacional (Mesagen), hemos unido fuerzas con organizaciones de la sociedad civil y el Jurado Nacional de Elecciones para proteger y promover los derechos de poblaciones vulnerables en el Perú. El 15 de marzo se presentarán las Agendas por un Perú con Igualdad, que servirán como una hoja de ruta para el nuevo gobierno y el Congreso que los peruanos elegirán próximamente.

Los nuevos gobernantes tendrán el reto no solo de seguir luchando contra la pandemia de la COVID-19, sino también de asegurar que la recuperación económica se haga con un enfoque igualitario. Es decir, que las políticas que se implementen no refuercen estereotipos o mantengan desigualdades estructurales. Considero que una fuerza laboral más diversa puede contribuir a que la recuperación económica se haga de manera más rápida y sostenible a mediano y largo plazo.

Mi esperanza es que el Perú y el Reino Unido puedan emerger de esta crisis mejores y más fuertes que antes, tendiendo como base para su recuperación económica la igualdad de oportunidades para todas las personas del país. Es un reto grande, pero no nos podemos permitir retroceder. Aprovechemos este momento de inflexión, considerándolo no como una crisis, sino como una oportunidad para cambiar nuestra manera de trabajar, innovar y volver mejores que nunca. El Reino Unido seguirá trabajando con el Perú en esta importante agenda.


* Nota del editor: Se trata de un juego de palabras. Del inglés “recession” –recesión en español– se sustituye la primera sílaba por el “she” y resulta en she-cession. 


Foto: PNUD